Corría septiembre de 2010 y
Ciarlo, por fin, me había invitado jugar con su equipo de la UBA. Me contó que
estaban de mitad de tabla para abajo, en la C, y que ese sábado no iban a
llegar con los jugadores y podía haber un lugar para patear un rato.
Llegué a cancha 3 con los botines
en el maletín de trabajo porque ni mochila tenía, y me presenté al DT. Me dijo
hola, soy Beto, de que jugas? Nunca hubiera imaginado que desde esa nublada
mañana en la que Herno jugó de 9 y nos comimos 4 contra el Fidel del Gato (que
alguna vez no fue rejuntero) compartiría con el DT tantas alegrías y tristezas,
que lo putearía hasta en arameo por no ponerme y que aprendería a quererlo como
a un amigo al que sé que para mí y para muchos él sentía un cariño casi
paternal.
Me vienen miles de recuerdos a la
mente mientras evito una lágrima, y elijo algunos como el día que con Fede nos
hizo entrar y salir dos veces en el mismo partido porque no dábamos mas en un
noviembre imposible en cancha 5 allá por 2011 cuando todavía existían los
enganches.
O esa vez que para darnos el
gusto a los dos antes mencionados y a Ciarlo nos dejó jugar los tres al medio
cuando su principio era: el Negro y Fefe son buenos pero no pueden jugar
juntos, vs Verde Cambalache también un noviembre por la noche mientras Kiss
tocaba en River. Cinco nos comimos. Cinco!!
Parece egoísta que quien escribe
esté en todas las anécdotas, pero es una licencia que hoy me permito tomarme
para contar lo que yo viví con ese tipazo.
Demás está decir cuando la
funesta mesa chica de 2015 pensó que podíamos jugar sin DT y Beto cansado de
malos resultados los dejó hacer. 10 fechas iban y Rejunte -historia conocida-
se iba a la D para desaparecer. Por eso le tocaron el timbre y volvió a dar una
mano. Metió el toquecito en el bolsillo, sacó los botones a la tierra y dijo
acá se juega 4-4-2 y se deja el alma si quieren salvarse. Metimos 9 seguidos
con baile al campeón invicto y nos convencimos que el año siguiente era la
chance.
2016 nos encontró motivados, salimos
campeones y pocas veces ví tanta alegría sana, tanta felicidad y emoción por un
logro de un equipo amateur como la que ví en los ojos del DT. Ni hablar de
cuando en 2017 nos habló del tren al que podíamos subir como última chance y
que nos terminó dejando en la A.
Pero no es esa la historia que
más quiero contarles.
Lo que me gustaría recordar es
algo que me hizo crecer como persona y como hombre.
Hubo por 2013/14 un partido que
no se sabía si se iba a jugar. Me acuerdo ir hablando por Buen Ayer por
teléfono con Leo a ver si ya llovía en el camino y en Ciudad. Creo que jugábamos
con el equipo que iba último en el torneo, un domingo a las 15.30 en cancha 7.
O sea lo peor que te puede tocar. Éramos pocos y tuvo que atajar Herno y Pablo
quedó en el banco, creo que como único recambio.
Rejunte, para variar, jugó mal.
Muy mal. Nos metieron uno en el primer tiempo de cabeza y empezó el diluvio
pero no se suspendió. Seguimos jugando mal todos, yo con muchos kilos de más,
en el barro, y a los 20 minutos del st Beto decide sacarme y poner a Pablo.
Salí puteando, caliente y tirando la camiseta, siempre me tocaba salir a mí
cuando las cosas no salían. Nada cambió y perdimos. Pero ese día a la noche
gané.
En frío conseguí el teléfono de
la casa de Beto para pedir disculpas, y luego al disculparme con Pablo me dijo:
mi viejo es un tipo de 63 años que labura toda la semana y deja sus cosas para
venir a dirigir a estos muertos, no se merece esa reacción. Me sentí un
pendejo.
Creo que ese día sumé 10 años,
porque entendí primero que hay que ser muy noble y hombre para aceptar las
disculpas como lo había hecho Beto, y decir no pasa nada negrito, por mí jugarías
todos los partidos pero hago lo que puedo. Y en segundo lugar entendí que hay
que valorar el esfuerzo de los demás cuando se hace algo de corazón, sintiéndome
un boludo por enojarme. Y entendí que ese es el eje de Rejunte y el que supo
inculcarnos y desde entonces trato de transmitir siempre: todos somos
importantes, porque los partidos los ganan las individualidades pero los
campeonatos y ascensos los ganan los grupos. No implica esto que cada vez que
después quedé afuera de los 11 no me calentara, pero era solo calentura
interior conmigo mismo, viendo que todo lo que se hacía era por el bien del
equipo. Y todo se pagó con creces cuando me dijo en los festejos del 2016: Mi
gran alegría es que vos, Pablo y Néstor hayan terminado en la cancha el partido
más importante.
Beto supo enseñarme que si un
tipo grande que no tiene necesitad de hacerse mala sangre iba con frío y calor
a dar lo mejor de sí, yo no podía dejar que me saquen la pelota y mirar cómo se
la llevan. Pero principalmente aprendí que cuando alguien hace las cosas de
corazón es cuando más tenemos que respetarlo, aprendí que para exigir algo
primero tenemos que dar el 100% de uno mismo, y aprendí que un baño de humildad
te hace disfrutar las cosas desde el lugar que te toca.
Me quedo con el mejor recuerdo de
un gran hombre y un amigo. Se merece que el próximo partido dejemos todo.
Hasta siempre Beto, como decía el
General, para un Rejuntero no hay nada mejor que otro Rejuntero, y vos sos el
número uno.
Por respeto esta vez no sale crónica
que tenía a medio hacer, solamente quedan los puntajes de Elio (reformados en
los comentarios) para la estadística.
Ciarlo: 6. Partido sin
complicaciones, seguro en todo sentido.
Teté: 5,5 Sin mayores
sobresaltos, no se destacó como el partido anterior pero no desentonó.
Hernán: 6: Firme y seguro.
Colo 6: Buenos cruces en el St,
partido parejo
Juan: 4,5. Impreciso en los
pases, se lo notó inseguro con su tirón. Levantó en ST
Gio: 7. El más prolijo en el PT,
sumó entrega a su calidad habitual. Bien.
Javi: 5 Marcó mejor que el
partido pasado, recuperó bien y entregó regular.
Jack: 5. Falto de ritmo, perdió
muchas pelotas que suele ganar. De 9 no pesó
Fede: 5. Sin muchas
intervenciones, llegó bien al área con un zapatazo que iba al ángulo.
Feli: 5 Arrancó bien y se fue
desdibujando. Perdió varias pelotas complicadas.
Tomás: 6. Punzante como
delantero, buen partido, casi mete un golazo
Negro: 5,5. Jugó prolijo el rato
que estuvo en la cancha.
Axel: 4,5 Sintió tirón al inicio
y jugó condicionado. No pesó.
Gato: 5. Trató de tocar pero la
mayoría de las veces lo comieron.